Dinamarca está liderando un último esfuerzo para salir del estancamiento en torno al nombramiento del Supervisor Europeo de Protección de Datos (SEPD) antes de que finalice su presidencia rotatoria de la UE en diciembre. El puesto, fundamental para supervisar la privacidad de los datos en las instituciones de la UE, ha estado vacante desde que expiró el mandato de Wojciech Wiewiorowski el 5 de diciembre de 2024, sin un sucesor claro a la vista.
El callejón sin salida explicado
La disputa se centra en si volver a nombrar a Wiewiórowski, el actual SEPD desde 2019, o nombrar a Bruno Gencarelli, un antiguo funcionario de la Comisión favorecido por el Parlamento Europeo. La Comisión Europea preseleccionó a cuatro candidatos a principios de este año, y Gencarelli ganó la votación de la comisión LIBE del Parlamento. Sin embargo, los estados miembros están presionando para que Wiewiorowski permanezca en el cargo.
Este enfrentamiento no es meramente procesal; El SEPD desempeña un papel vital en la configuración de la legislación digital de la UE. El Supervisor emite opiniones sobre nuevas leyes, asegurando que se alineen con los principios de protección de datos. Ahora que la Comisión se centra ahora en racionalizar las regulaciones tecnológicas (incluidas las revisiones de la Ley de IA), una voz fuerte e independiente del SEPD es más crucial que nunca.
Por qué esto es importante: la regulación tecnológica en una encrucijada
El retraso en el nombramiento de un SEPD permanente coincide con un período de intensa actividad legislativa. La “agenda de simplificación digital” de la Comisión, como la describe Isabelle Roccia, directora general para Europa de IAPP, tiene como objetivo acelerar la innovación tecnológica y al mismo tiempo defender los valores de los datos europeos. El SEPD pretende ofrecer esa voz equilibradora.
“Quien consiga el puesto se encontrará en una posición clave de asesoramiento cuando la Comisión ponga en marcha su agenda de simplificación digital… Esa voz de la razón será importante para garantizar un debate matizado que concilie los objetivos de competitividad con el acervo europeo basado en valores en el espacio de la protección de datos”.
—Isabelle Roccia, IAPP
Sin un SEPD plenamente designado, aumenta el riesgo de pasar por alto las cuestiones de privacidad en estas reformas que avanzan rápidamente. La falta de claridad también deja a las instituciones de la UE operando con un supervisor interino, lo que potencialmente socava la confianza pública en sus prácticas de manejo de datos.
Los obstáculos persisten
A pesar de los esfuerzos de Dinamarca, no se ha programado ninguna reunión entre los legisladores de la UE y los gobiernos nacionales. El último intento de resolver el estancamiento se produjo durante el verano, y figuras clave –incluido Javier Zarzalejos, presidente de la comisión LIBE del Parlamento– no han respondido a las solicitudes de comentarios. La Comisión sostiene que no existe un plazo legal estricto para el proceso de selección, pero la urgencia de la situación sugiere que se necesita una resolución antes de fin de año.
El hecho de que la UE no haya logrado ponerse de acuerdo sobre un sucesor pone de relieve desafíos más amplios en la coordinación de la política digital entre sus estados miembros. El nombramiento del SEPD es una prueba de si la UE puede equilibrar eficazmente la innovación con los derechos fundamentales en la era digital.
El resultado de esta disputa sentará un precedente para futuros nombramientos y señalará cuán seriamente la UE toma sus propios estándares de protección de datos.
































