Varda Space Industries avanza hacia un futuro en el que la fabricación en órbita no sólo sea posible, sino también predecible y económicamente viable. El director ejecutivo Will Bruey imagina un escenario dentro de una década en el que naves espaciales especializadas desciendan regularmente de la órbita, entregando productos farmacéuticos manufacturados como estrellas fugaces. Afirma que dentro de 15 a 20 años podría ser más barato enviar a un trabajador a la órbita durante un mes que mantenerlo en la Tierra. Esto no es ciencia ficción; Varda ya ha demostrado el concepto central, convirtiéndose en la tercera entidad comercial en recuperar con éxito materiales del espacio, uniéndose a SpaceX y Boeing.
El concepto central: fabricación en microgravedad
La ventaja de fabricar en el espacio radica en la microgravedad. En la Tierra, fuerzas como la sedimentación interfieren con la formación precisa de cristales. En órbita, estas fuerzas desaparecen, lo que le da a Varda un control preciso sobre la cristalización, lo que conduce a una pureza, estabilidad y vida útil superiores del fármaco. Si bien el proceso no es rápido (la fabricación farmacéutica puede tardar semanas o meses en órbita), los beneficios potenciales justifican la inversión de tiempo.
La cápsula W-1 de Varda, una pequeña nave espacial cónica, trae los productos terminados de regreso a la Tierra. Se desprende de una nave espacial anfitriona y se lanza a través de la atmósfera a Mach 25, protegido por un escudo térmico hecho de materiales desarrollados por la NASA, antes de desplegar un paracaídas para un aterrizaje suave.
De la prueba de concepto al negocio escalable
La empresa no está inventando nuevos medicamentos; está refinando los existentes. Bristol Myers Squibb y Merck ya han realizado experimentos de cristalización farmacéutica en la ISS, demostrando su viabilidad. Varda se centra en construir la infraestructura para una fabricación fiable y repetida a escala comercial.
El punto de inflexión ha sido la previsibilidad de los lanzamientos espaciales. A diferencia del pasado, cuando el acceso a la órbita requería “hacer autostop”, los lanzamientos ahora se pueden reservar y son confiables. En combinación con autobuses para naves espaciales disponibles en el mercado de empresas como Rocket Lab, Varda puede integrar sus cápsulas de fabricación en una infraestructura fácilmente disponible.
La teoría de las “siete dominós”: demanda de lanzamiento perpetua
El modelo de negocio de Varda difiere del de los operadores de satélites tradicionales. SiriusXM, DirecTV e incluso Starlink crean constelaciones que requieren una inversión inicial en lanzamientos pero que no necesitan un reabastecimiento constante. Varda, sin embargo, crea un círculo de demanda: la fabricación requiere lanzamientos, y una mayor demanda de medicamentos significa más lanzamientos.
Esta escalabilidad beneficia a los proveedores de lanzamientos al crear una demanda creciente y predecible, lo que reduce los costos por lanzamiento. Bruey describe la teoría de las “siete dominós”: cohetes reutilizables (hechos), fabricación en el espacio (probada), ensayos clínicos (próximo paso), un circuito de retroalimentación de escalamiento y reducción de costos, viabilidad económica para más medicamentos y, en última instancia, un incentivo rentable para enviar trabajadores a la órbita para la fabricación.
Obstáculos regulatorios y pruebas hipersónicas
El éxito inicial de Varda no estuvo exento de desafíos. Su primera cápsula se lanzó en 2023, pero permaneció varada en órbita durante seis meses debido a retrasos regulatorios. El campo de pruebas y entrenamiento de Utah, diseñado para pruebas militares, no estaba equipado para priorizar el reingreso comercial. Varda perseveró, superando los límites de la regulación hasta que la FAA le otorgó la primera licencia de operador Parte 450, lo que le permitió reingresar repetidamente sin volver a presentar la documentación de seguridad completa.
Esta experiencia condujo a un negocio secundario: las pruebas hipersónicas. Pocos entornos reproducen las condiciones extremas de la reentrada atmosférica de Mach 25. Varda ahora ofrece sus cápsulas como plataforma para que el Laboratorio de Investigación de la Fuerza Aérea y otras agencias prueben materiales, sensores y equipos en condiciones del mundo real a una fracción del costo de los vuelos de prueba dedicados.
Financiamiento y perspectivas futuras
Los inversores respaldan la visión de Varda. La compañía ha recaudado 329 millones de dólares, destinados a ampliar su laboratorio farmacéutico y contratar biólogos estructurales y científicos de cristalización para trabajar en moléculas más complejas, incluidos productos biológicos como los anticuerpos monoclonales.
Si bien persisten obstáculos importantes, la trayectoria de Varda sugiere que la fabricación espacial está yendo más allá del ámbito de la especulación. Si las predicciones de Bruey son ciertas, el futuro de la producción farmacéutica bien podría estar en órbita, remodelando no sólo la industria espacial sino también la economía de la fabricación misma.































